Limuria es un extraño mundo que está a miles de años luz del nuestro, quizá miles de millones de años luz, lo que no impide que Wilka, uno de sus habitantes, sea una terrícola tan atractiva como inteligente. Apareció repentinamente en el fregadero del bar de Ibna Ben, en pleno desierto de Limuria, para gran desconcierto de Wilka y alegría de Ibna Ben, que enseguida supo ver el lado positivo del inesperado encuentro. ¿Cómo pudo suceder algo así? Un pliegue en el tejido del espacio tiempo, es la causa más probable, y parece ser que los limurienses están bastante habituados a este tipo de fenómenos, a los que se refieren con el nombre de “pegosidades”. Todos tienen asumido que vivir en un punto singular del universo no es lo mejor que te puede pasar, y más vale estar acostumbrado a los caprichos inesperados de las leyes que allí tienen vigor, a veces, excesivo vigor.

En Limuria todo es tan diferente… por ejemplo, los habitantes de la Isla Flotante tardaron bastante en coger el punto a que su isla cambie de repente de ubicación y salga volando hasta que decide volver a posarse en el mar a bastante distancia de donde partió. Quizá esa peculiaridad haya influido en el carácter de sus habitantes, los enanos azules, que son francamente antipáticos. Por ejemplo les encanta torturar a los que intentan llegara sus playas, lo cual es comprensible pues cuando la Isla detecta la presencia de un intruso, es el momento en que sale zumbando por los aires.

En Limuria también hay un dios, el gran Imur, que es como cualquiera de los dioses de la tierra, incluido el verdadero, con la diferencia de que a Imur le gusta mucho más el vino. A pesar de que no hace otra cosa en todo el día que beber los estupendos vinos de Las tierras de Liperda, mantiene su omnisciencia en todo momento. Resulta admirable su aguante.